Partiendo de El Villar de Corneja transitaremos por un interesante y sencillo recorrido en el que el río Corneja será nuestro gran protagonista.
Desde el Camino de los Cabreros acompañaremos al río en sus cambios de ritmo, sus aguas rápidas, su fantástica desaparición más allá del Puente de la Fonseca y, como si de un mago se tratara, su sorprendente vuelta convertido en un bucólico y apacible caudal que, como nuestro paseo, finalizará en la unión con el río Tormes.
Pero existe otro gran atractivo para que nadie deje de pasear por el Hocino: los molinos y toda una serie de construcciones que surgieron en torno a ellos en forma de caceras, pesqueras, cubos, viviendas, cárcavos*, puentes, norias, etc. El tiempo y el abandono de sus propietarios han hecho que se borren las huellas de algunos de ellos, pero otros muchos aún permanecen erguidos como símbolos del pasado.
Encinas, bosque de ribera, formaciones graníticas, conformarán el paisaje, y ánades, oropéndolas, cigüeñas blancas, águilas reales, garzas, serán algunas especies fáciles de observar.
Aunque en cualquier época del año es un auténtico placer pasear por el Hocino, quizás sea entre los meses de noviembre y junio los de mayor caudal- los más recomendables.
*Cárcavo: hueco en que juega el rodezno del molino.
Rodezno: Rueda hidráulica.
Dificultad: Media-Baja
Horario total aprox.: 5.30 m in.
Punto de partida y de llegada: Villar de Corneja- Villar de Corneja.
El comienzo y el final de la ruta que proponemos será el pueblo de El Villar de Corneja, y más concretamente, nos situaremos en la parada del bus para tomar el Camino de los Cabreros. Una cruz de piedra con rueda de molino parece anunciarnos el tipo de arquitectura popular de la que vamos a disfrutar.
Dejaremos a la derecha el Camino de los Barreros y continuaremos a la izquierda pasando por la fuente del mismo nombre.
De este a oeste podremos contemplar unas magníficas vistas de la Serrota, la Sierra de Piedrahíta, la Sierra de Bohoyo y la de Béjar.
Abandonaremos el Camino de los Cabreros girando a la izquierda hasta encontrarnos de frente con nuestro gran compañero el río Corneja.
A partir de aquí el camino discurre por la margen derecha del río y siempre paralelo a él.
Aquí y allá nos encontraremos con los molinos de piedra, restos de viviendas que nos trasladarán a un pasado reciente en el que la actividad en torno al río estaba asegurada con el ir y venir de molineros y molineras; o las norias y caceras que nos recuerdan que no hace muchos años aquellas tierras ahora yermas, a uno y otro lado del río, eran ricas y frondosas huertas.
Los primeros restos de molino-vivienda son los del Molino de los Pajizos y los segundos el de la Fonseca con el puente del mismo nombre.
Una vez cruzado el puente la senda discurre por la margen izquierda del río entre piedras berroqueñas y encinas, siempre paralelo al río, iremos ganando altura.
A partir de aquí el río corre encajonado, a cada paso más embravecido, hasta perderse entre grandes bloques de granito, y como si uno de esos seres sobrenaturales que habitan los ríos le hubiese robado su fuerza y bravura, reaparece unos metros después manso y apacible.
Merece la pena detenerse a contemplar la panorámica del Hocino especialmente atractiva desde este punto.
El camino poco a poco pierde altura a medida que el valle se va ensanchando. Pasaremos por el Molino de la Máquina del Fuego -cota 920 m.-, molino-vivienda en el que los cárcavos son de medio punto y ejecutados con dovelas de cantería.
Recorrida una larga chopera llegaremos al punto donde confluyen el Corneja y el Tormes, con la formación de canales y una pequeña isla la del Colmenar-o Pero antes de desandar el camino hasta el Villar de Corneja, si miramos a
poniente veremos el Cerro del Berrueco (1345 m.), lugar donde se emplaza un yacimiento de gran extensión e importancia arqueológica, a caballo entre las provincias de Ávila y Salamanca, que nos habla de la presencia celta en la zona.
Para aquellos que les apetezca un paseo más corto la ruta puede hacerse únicamente hasta el Puente de la Fonseca, duración aproximada 1 hora ida y vuelta.
Autores:
Daniela González Castro
Maria Vaquero
Miguel Ángel Vaquero